La tentación de guardar un aparato nada más usarlo es casi inevitable. El café hecho, la tostada servida, y la batidora parece pedir a gritos un lugar en la alacena. Pero esta prisa puede convertirse en el peor enemigo de cualquier electrodoméstico práctico.
El agua acumulada en estos aparatos tras su uso no desaparece al instante. Si se guarda antes de que enfríen por completo, la condensación interna que se forma podría convertirse en un caldo de cultivo perfecto para bacterias y hongos.
Además, los plásticos y gomas de muchos dispositivos no reaccionan bien a la presencia de agua prolongada en espacios cerrados. El resultado es un deterioro prematuro de piezas que debería durar años y acaba agrietado por un error simple pero común.
También hay que considerar que la humedad atrapada en un aparat aumenta la posibilidad de que piezas electrónicas internas fallen. El vapor no escapa donde debería y termina por oxidarse internamente, acortando la vida útil del dispositivo.
Un buen secado
Por ello, la regla de oro sigue siendo secarlo bien antes de guardar cualquier aparato en un armario o estante. Dejar que enfríe al aire libre garantiza que la humedad residual desaparezca antes de darle un sitio definitivo.
Esta práctica no solo prolonga la vida útil de los aparatos, sino que garantiza que cada accesorio funcione al máximo de su rendimiento cuando se necesite.
Secar bien antes de guardar no es una cuestión de manía, sino de inteligencia doméstica. Porque detrás de cada aparato que dura años sigue habiendo una regla básica: una limpieza a fondo, pero también su completa sequedad.
Foto | Phenyo Deluxe