Joana Costa
EditorMuchos lo hacen: aparcar en el parking de un supermercado para hacer una gestión rápida, quedar con alguien o tomar algo en un bar cercano y después salir aprovechando el estacionamiento llevándose un par de cosas para cenar o comer. Todos en paz.
El de cualquier supermercado, especialmente en zonas concurridas, suele ser una opción cómoda y disponible. Pero cuidado: si no vas solo al súper —o si vas, pero pretendes gastar poco— la comodidad puede salir muy cara, tanto como en el aeropuerto.
Así es por ejemplo en un Mercadona de Cornellà, en la avenida de San Ildefonso, donde se pagan más de diez euros las dos horas de parking (si uno se rebela contra el sistema y decide no comprar nada) o al menos 20 euros si accede a comprar algo: 10 o 20 euros son, en cualquier caso, la factura mínima del recado.
A cinco euros la hora (sin compra)
Si bien los primeros 60 minutos suelen estar incluidos por una compra de cualquier importe, al pasar a las dos horas hay que gastarse al menos 20 euros, sino hay que pagar nada más y nada menos que 5 euros la hora, un precio más caro que aparcar, por ejemplo, en medio de la céntrica avenida Diagonal.
Por ejemplo, para salir con unos plátanos, unos arándanos, unos bollitos y un poké bowl, que suben a poco más de 11 euros, hay que pagar 17,87 euros para poder sacar el coche. La cosa cosa cambia cuando uno se revela y se resiste a pagar este importe, devolviéndolo todo, y quiere salir del supermercado sin comprar, por rebeldía.
En ese caso, el supermercado de Juan Roig se cobra a 10 euros el habernos guardado el coche (en cualquier caso, una cantidad más ventajosa para el consumidor que, si pasa por caja, se tiene que gastar 20, en vez de 10 (aunque se lleve víveres a su hogar).
Y cuidado, tal como explica la empresa en su web, a partir de las dos horas se tarifica a impresionantes 8 céntimos el minuto (4,8 euros la hora), una tarifa desproporcionada si se tiene en cuenta, por ejemplo, que en el aeropuerto de Barcelona son 6 céntimos el minuto con un máximo de 24 euros.
Precios tan disuasorios como abusivos
Evidentemente, el objetivo es disuadir el uso del aparcamiento para otros fines que no sean la compra, pero desde la perspectiva del consumidor despistado o que desconoce el sistema (no el que le pone morro y aparca durante toda la jornada), la experiencia se convierte en una factura inesperada que indigna a quienes tratan de sacar el vehículo con cuatro cosas en las manos y que no superan los 20 euros.
Si bien en muchos de estos parkings hay carteles que lo advierten, estos precios están muy lejos de ser evidentes y racionales, pues uno espera que no le cobren en el supermercado lo que le cuesta ir a buscar a su cuñado a Barajas. El abuso está servido.
Así, la recomendación es clara: si vas a usar el parking del supermercado, hazlo para comprar. Y si solo estás de paso, busca alternativas: ni se te ocurra ir a Mercadona para aparcar y salir con cuatro cosas porque te sacarán un ojo de la cara. Lo que empieza como una parada cómoda puede terminar costando más que una cesta llena.
Además del coste económico, estas situaciones generan desconfianza y sensación de castigo desproporcionado, como para no volver nunca más ni a por pan. Aparte del precio, resulta lamentable el tono punitivo de una política que no tiene en cuenta despistes cotidianos.
Foto | Joana Costa
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