Cuando se acumula el desorden en cualquier espacio gran parte de la culpa la tiene la acumulación de cosas que sobran. Llega un momento que es imposible tener la cocina, el armario de la ropa, el trastero o la librería del salón en orden porque no cabe ni un alfiler más. Es el momento de tirar lo que no se necesita, una tarea que se vuelve mucho más sencilla aplicando un método de nombre tan desafortunado como efectivo: la regla de la caca.
Un sistema que nos llega, cómo no, de Estados Unidos, donde también el concepto de poop (caca) se asocia con un lenguaje infantil algo desagradable para algunas personas, pero que refleja bien el espíritu de lo que promete conseguir: hacer más fácil nuestra vida simplificando el orden en casa, trabajo tan básico como tedioso.
Nos cuesta deshacernos de las cosas que tenemos aunque sean inútiles o no las usemos, estén viejas o ya no funcionen bien. A unas personas les duele más tirar sus posesiones que a otras, pero todos llegamos a conservar objetos solo "por si acaso". Basta de autoengañarse.
La regla de la caca que proponen especialistas en limpieza y orden del hogar, como Amanda Johnson, parte de una pregunta básica: si algo estuviera cubierto de caca, ¿lo conservarías? Aplica esta pregunta a todo lo que se cruce en tu camino mientras ordenas, y tendrás otra perspectiva sobre la utilidad del objeto o prenda en cuestión. Y si tu imaginación te lo permite, también pasarás un rato divertido visualizando la imagen que propone la pregunta.
De hecho, como señalan en The Washington Post, es un sistema especialmente útil para personas con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o que necesiten una motivación extra para ordenar, así como para quienes se sientan abrumados por la acumulación de trastos desordenados.
Al visualizar o imaginar un objeto lleno de caca te planteas si realmente estarías dispuesta a limpiarlo a fondo para seguir conservándolo, si merecería la pena pasar por ese mal trago desagradable invirtiendo además tiempo y esfuerzo extra. Puedes darte cuenta de lo que es realmente importante y útil y aprendes a desaferrarte de cosas que no sirven para nada. Es un método que facilita la toma de decisiones y, al plantearse como un juego, hace más llevadera la tarea e incluso puede generar satisfacción personal por alcanzar pequeños logros.

También es útil para reducir el número de ejemplares que tengas de algo en concreto, por ejemplo si has acumulado muchas libretas, bolígrafos, llaveros o trapos de cocina, y ayuda a darte cuenta de cuál es tu favorito. Es un poco la idea de imaginarte que se quema tu casa, obligándote a salvar solo unas pocas cosas antes de salir huyendo, pero sin la ansiedad extrema que genera poner en riesgo tu vida. Visualizar cosas llenas de caca suena más divertido.
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