Una pequeña sorpresa fuera de la costa, a los pies de la Sierra Mariola con muchos siglos de historia
Cuando uno piensa en la provincia de Alicante, lo más común es que la imagen que venga a la cabeza esté asociada al mar. Playas soleadas, calas escondidas, paseos marítimos, y el bullicio veraniego de localidades como Benidorm, Altea o Jávea. Sin embargo, el interior de esta provincia valenciana esconde algunos de los paisajes más sorprendentes y pueblos con más encanto del sureste peninsular.
Entre montañas, valles y bosques, el viajero puede descubrir joyas como Guadalest, con su castillo colgado sobre el embalse; Alcoy, con su historia industrial y modernista; o Villena, donde se alza una de las fortalezas más imponentes del Levante. A esta lista se suma otro nombre que merece ser pronunciado con admiración: Biar.
Biar se encuentra en el extremo noroeste de la provincia, muy cerca del límite con Albacete. Está a poco más de 50 kilómetros de Alicante capital y a tan solo unos minutos de Villena, lo que lo convierte en un destino muy accesible tanto desde la costa como desde el interior.
Situado a los pies de la Sierra de Mariola y rodeado de pinares, olivares y cultivos tradicionales, este pueblo ofrece una experiencia muy distinta a la imagen habitual de la provincia. Aquí no hay rascacielos ni chiringuitos, pero sí callejuelas empedradas, casas encaladas y un aire medieval que se respira en cada rincón.
Qué hacer en Biar (Alicante)
El corazón de Biar es su castillo, una fortaleza musulmana del siglo XII que domina el perfil del pueblo desde lo alto de un cerro. Aunque fue reformado tras la conquista cristiana, conserva elementos originales como la torre del homenaje, con bóvedas almohades que aún se mantienen en pie tras siglos de historia.
Desde sus murallas, la vista sobre el valle del Vinalopó es espectacular. Pero no es lo único que llama la atención. La Iglesia de la Asunción, con su mezcla de estilos gótico, renacentista y barroco, muestra el paso del tiempo sobre la arquitectura local. También merece una parada el acueducto medieval que cruza uno de los barrancos cercanos y que, aunque muchísimo más modesto que el de Segovia, tiene un encanto inesperado entre pinos y arbustos mediterráneos.
Pasear por Biar es una invitación a la calma. Las calles estrechas se abren de pronto a pequeñas plazas, y de vez en cuando se descubre un escudo nobiliario, un horno de leña tradicional o una fuente de piedra. El entorno natural es otro de sus grandes valores, y es allí donde entra en escena una de las vías verdes más interesantes de toda la Comunidad Valenciana: la Vía Verde de la Chicharra.
Esta vía verde recupera parte del trazado del antiguo ferrocarril conocido como "el tren Chicharra", que durante décadas unió los pueblos del interior entre Yecla, Villena y Alcoy. El nombre de este tren ligero y ruidoso, que recordaba al canto de una chicharra, ha quedado grabado en la memoria local.
Hoy, su recorrido se ha transformado en un sendero ideal para caminantes y ciclistas, que permite recorrer la comarca de forma tranquila y segura, sin apenas desnivel y con múltiples puntos de interés a lo largo del camino.
El tramo más conocido y accesible de la Vía Verde del Chicharra pasa muy cerca de Biar, y conecta esta localidad con otras como Banyeres de Mariola, Beneixama o Villena.
En total, el recorrido recuperado alcanza unos 15 kilómetros que atraviesan paisajes rurales, bosques de pino carrasco, campos de almendros y zonas de ribera. El firme de la vía es cómodo, lo que permite disfrutar tanto si se va a pie como en bicicleta, y a lo largo del camino se encuentran áreas de descanso y miradores, que comparten las provincias de Murcia y Alicante, valiéndose del antiguo trazado ferroviario, que que dejó de operar en 1969.
Uno de los grandes atractivos de esta vía verde es la posibilidad de conectar patrimonio y naturaleza. En el recorrido es frecuente encontrarse con antiguos puentes ferroviarios, estaciones abandonadas rehabilitadas como centros de interpretación o refugios, y también con pequeñas sorpresas como lavaderos, fuentes naturales o vistas de castillos que emergen en el horizonte.
Es una ruta ideal para familias, para aficionados a la bicicleta o simplemente para quienes quieran descubrir otra cara de Alicante: una más tranquila, más verde, y más llena de historia.
La mejor época para recorrer la Vía Verde del Chicharra es la primavera, cuando el campo estalla en flores y las temperaturas son suaves. El otoño, con sus colores ocres y su luz dorada, también es muy recomendable. En verano, si bien las temperaturas pueden subir, se puede aprovechar la primera hora del día o el atardecer para caminar sin prisa y disfrutar del silencio que se respira en estos parajes.
Imágenes | Turismo de Biar / Comunitat Valenciana / Vías Verdes
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